lunes, 4 de enero de 2016

La ebriagadora multitud.

Le llaman
"calor humano", y es mucho más que eso.


La ebriagadora multitud elabora el pefume de la ciudad a golpe de alcanfor, rosas, gardenia y alcohol.
El aire se espesa y casi puedo ver el humo que nos rodea inflado de aromas varios adornados de café y pan recién hecho y tubos de escape.

Nadie parece darle importancia, lo sienten como su casa, el olor de la calle, el olor que cada uno formamos junto con todos.

Casi como la vida misma, casi como la serendipia, unidos por hilos finos que por separado quedan huérfanos y sin vida.
Verónica Moliher.

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