sábado, 2 de enero de 2016

El aroma fresco de cada mañana.

Hay días en que siento la necesidad de despertarme cuando aún no lo ha hecho nadie.
Días en que, de madrugada, espero sentada, al lado de la ventana, al sol aparecer.

Mi taza humea levemente entre mis manos .


El aroma del café acompaña la ténue luz lejana. 
De pronto, abro la ventana y el frío muerde mis mejillas, el frescor inunda de sensaciones mi alma y todos las fragancias frescas y puras del día se presentan ante mí, como si me reverenciaran.

En ese momento me siento dueña del mundo y de su inmensidad.
En ese instante cambiaría el tiempo por la eternidad.

Verónica Moliher.

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